martes, 18 de agosto de 2009

“CARITAS IN VERITATE”¿ una Encíclica capitalista o anticapitalista?



“CARITAS IN VERITATE”
¿Una encíclica capitalista o anticapitalista?
por:Guillermo Favero (DAR)
“Caritas in Veritate” no es una encíclica anticapitalista, sino que se trata de un texto que ve al capitalismo en su situación histórica, pero lo condena cuando se convierte en totalitario, como decía Juan Pablo II", reiterando que ningún sistema económico "garantiza la felicidad".
La Iglesia no tiene la tarea de proponer ni desarrollar soluciones a problemas estructurales sino que su objetivo es ir a la raíz de los conflictos sociales.
La cuestión del lucro
El presidente del Consejo Pontificio de la Justicia y la Paz, cardenal Renato Raffaele Martino hizo alusión al tema de los beneficios los trabajadores que ofrecen a las empresas y a la sociedad con su labor. Afirmando que "el beneficio debe extenderse no sólo al sistema capitalista sino a quien participa del mercado".
Ello porque es característica de la doctrina social el tener presentes a todos los componentes de la sociedad.
Término "capitalismo" ausente
La palabra capitalismo no aparece en la encíclica. Sólo en una ocasión se habla del empresario "capitalista" precisamente para superar toda ideología: “El predominio persistente del binomio mercado-Estado nos ha acostumbrado a pensar exclusivamente en el empresario privado de tipo capitalista por un lado y en el directivo estatal por otro. En realidad, la iniciativa empresarial se ha de entender de modo articulado".
El ser empresario, antes de tener un significado profesional, tiene un significado humano. Por eso es bueno que todo trabajador tenga la posibilidad de dar la propia aportación a su labor, de modo que él mismo sea consciente de que está trabajando en algo propio.
Para " Caritas in veritate" "todo trabajador es un creador".
El mercado
De lo que sí habla la encíclica es de la economía de mercado.
Afirma que "si hay confianza recíproca y generalizada, el mercado es la institución económica que permite el encuentro entre las personas, como agentes económicos que utilizan el contrato como norma de sus relaciones y que intercambian bienes y servicios de consumo para satisfacer sus necesidades y deseos".
"El mercado está sujeto a los principios de la llamada justicia conmutativa, que regula precisamente la relación entre dar y recibir entre iguales. Pero la doctrina social de la Iglesia no ha dejado nunca de subrayar la importancia de la justicia distributiva y de la justicia social para la economía de mercado, no sólo porque está dentro de un contexto social y político más amplio, sino también por la trama de relaciones en que se desenvuelve".
En efecto, sigue diciendo la encíclica, "si el mercado se rige únicamente por el principio de la equivalencia del valor de los bienes que se intercambian, no llega a producir la cohesión social que necesita para su buen funcionamiento".
"Sin formas internas de solidaridad y de confianza recíproca, el mercado no puede cumplir plenamente su propia función económica. Hoy, precisamente esta confianza ha fallado, y esta pérdida de confianza es algo realmente grave".
En la encíclica, no se utiliza ni menciona el termino "socialismo" o "comunismo", una prueba más con la que el Papa muestra cómo su objetivo es superar ideologías.
La apertura a la vida, centro del desarrollo

"Caridad en la verdad" es un documento que afronta mucho más que la ética de la economía contemporánea y la crisis económica global, que ciertamente han tenido su influencia sobre Benedicto XVI en la preparación del anunciado texto.
En esta obra que sigue a las encíclicas Deus caritas est ("Dios es amor"); Spe salvi ("En la esperanza somos salvados"), podremos encontrar que el análisis papal se concentra en nuestro tiempo.
Repuestas extensas y complejas.
Quien busque rápidas respuestas a la crisis económica de nuestro tiempo no debería acudir a este documento para buscar soluciones fáciles. La enseñanza papal de hoy es extensa, densa, matizada y compleja, e invita a todos a una seria reflexión sobre la historia de la doctrina social pontificia, con particular atención al documento Populorum Progressio, la rica doctrina social de Pablo VI.
Populorum Progressio analizaba la economía a nivel global y contemplaba los derechos de los trabajadores a sindicarse, a tener un empleo seguro, y condiciones de trabajo decentes. Caritas in veritate, por su parte, trata en profundidad los temas de la fraternidad, "desarrollo económico y sociedad civil", "desarrollo de los pueblos, derechos y deberes, ambiente"; "la colaboración de la familia humana"; "el desarrollo de los pueblos y la técnica".
Los obstáculos principales para el desarrollo.
Hay varias áreas del texto de de esta nueva encíclica, que van contra el modo natural de la sociedad contemporánea y pueden ser fácilmente desechadas por muchos lectores que tienen problemas con la Iglesia, con la autoridad, la verdad y la vida humana. Pero es precisamente de de estas áreas de las que depende el meollo de la crisis económica actual, mostrando más allá de toda sombra de duda que la crisis económica es en su núcleo, una crisis moral.
El relativismo moral y la exclusión de Dios de la sociedad y la vida humana, son temas de preocupación constante del Pontífice, por lo que en la encíclica afirma: "un cristianismo de caridad sin verdad se puede confundir fácilmente con una reserva de buenos sentimientos, provechosos para la convivencia social, pero marginales. De este modo, en el mundo no habría un verdadero y propio lugar para Dios. Sin la verdad, la caridad es relegada a un ámbito de relaciones reducido y privado".

El rechazo ideológico de Dios y un ateísmo de indiferencia, que prescinde del Creador (y que corre el riesgo de llegar a prescindir igualmente de los valores humanos), se convierten en los obstáculos principales para el desarrollo. Es por ello que el Papa afirma: "El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano".
"El anhelo del cristiano es que toda la familia humana pueda invocar a Dios como 'Padre nuestro'. Que junto al Hijo unigénito, todos los hombres puedan aprender a rezar al Padre y a suplicarle con las palabras que el mismo Jesús nos ha enseñado, que sepamos santificarlo viviendo según su voluntad, y tengamos también el pan necesario de cada día, comprensión y generosidad con los que nos ofenden, que no se nos someta excesivamente a las pruebas y se nos libre del mal".
Dignidad.

La otra área es la dignidad y respeto por la vida humana "que en modo alguno puede separarse de las cuestiones relacionadas con el desarrollo de los pueblos".
"En los países económicamente más desarrollados, las legislaciones contrarias a la vida están muy extendidas y han condicionado ya las costumbres y la praxis, contribuyendo a difundir una mentalidad antinatalista, que muchas veces se trata de transmitir también a otros estados como si fuera un progreso cultural".
"La apertura a la vida está en el centro del verdadero desarrollo. Cuando una sociedad se encamina hacia la negación y la supresión de la vida, acaba por no encontrar la motivación y la energía necesaria para esforzarse en el servicio del verdadero bien del hombre. Si se pierde la sensibilidad personal y social para acoger una nueva vida, también se marchitan otras formas de acogida provechosas para la vida social".
Resume la crisis de un modo notable: "Los costes humanos son siempre también costes económicos y las disfunciones económicas comportan igualmente costes humanos".

La Iglesia inspira pero no hace política
Benedicto XVI no pretende hacer política sino inspirar para el correcto ejercicio de la misma, presentando la "caridad en la verdad" como orientación para la vida personal y social.
El objetivo de la doctrina social de la Iglesia
En este texto se reitera el papel de la Iglesia como facilitadora de la ayuda social, siendo por este motivo, que "inspira pero no hace política", pero no es una "tercera vía", diversa del comunismo y del capitalismo, para alcanzar una sociedad perfecta o un "paraíso terrenal".
La doctrina social de la Iglesia es un elemento de evangelización, no de acción política, es decir, es el anuncio de Cristo que la Iglesia proclama a través de los siglos, pero que tiene una actualización también respecto al vivir social, siendo por ello que la encíclica no puede leerse fuera del contexto del Evangelio del cual surge el vivir del hombre, no solo en su relación con el Supremo, sino también de las relaciones sociales y las instituciones que, a su vez, nacen de estas.
No se puede restringir el hombre a su vivir social, motivo por el que la revelación debe ser un elemento clave en el tema social: "Los principios de la doctrina social no se han quedado meramente en lo filosófico sino que tienen su origen en Cristo y en su Palabra".
Importancia de ala caridad
La nueva encíclica trata de manera más explícita y práctica el tema de la caridad, que ya había teorizado el Papa en "Deus caritas est", diciendo que ésta es "la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia".
La doctrina social, lejos de ser un sistema ideológico, o un manifiesto político sin alma, compromete al cristiano a 'encarnar' su fe" en su cotidianeidad.
La caridad manifiesta siempre el amor de Dios, también en las relaciones humanas, otorgando valor teologal y salvífico a todo compromiso por la justicia en el mundo.
El primer capital, el hombre
La visión que ofrece la doctrina social al ser humano y que se refuerza en esta encíclica consiste en demostrar que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad, y por ello asegura el Papa que "la cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica".
Sin embargo el hombre no puede ser visto en un horizonte sólo terrenal, interesado nada más por los bienes materiales y dejando en un segundo plano las cuestiones morales, siendo por ello que el Papa afirma que "El desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y agentes políticos que sientan fuertemente en su conciencia la llamada al bien común".
Thomas Rosica, Stefano Zamagni, Paul Josef Cordes


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